El arte de escuchar un problema

Escuchamos, no juzgamos.

El arte de escuchar un problema
Photo by Franco Antonio Giovanella / Unsplash

El arte de escuchar un problema no es sencillo.

Los problemas de los demás han sido parte de mi rutina diaria desde que tengo recuerdo. Es una habilidad el poder generar en las personas una empatía que les permita confesar sus más íntimos problemas.

Es similar a la confianza entre un doctor o un psicólogo. Pero a diferencia de ellos, quienes trabajamos en el servicio social, no tenemos pacientes. Un hombre que es maltratado por su pareja, un niño sufriendo el abuso de otros niños, una mujer a la que menosprecian en su trabajo; son algunos de los hechos que no pueden esperar aunque no ponen en riesgo la salud o la vida de una persona.

Nuestros sentimientos nos afectan más de lo que nos gustaría admitir. En los últimos años muchos científicos han descubierto que el origen de miles de enfermedades aparece durante esas crisis sentimentales.

Una disputa de pareja puede ser el detonante de un problema cardíaco. El fallecimiento imprevisto de un familiar nos puede ocasionar problemas mentales. Se ha comprobado que el cáncer suele darse en personas con soledad.

Muchas veces los síntomas aparecen como una alarma sobre algo que no esta bien en nuestra vida. La profesionales de servicio sociales somos la primera defensa emocional. Las personas que se compran tus problemas y tratan de resolverlos contigo.

No somos gurúes ni sabios ni tenemos todas las respuestas, pero sabemos escuchar y todo el mundo sabe que admitir un problema es el primer paso para resolverlo. Estamos ahí para que nos cuenten lo que no le dicen a nadie.

Somos sus compañeros de catarsis. Ofrecemos consuelo y también soluciones que no involucran pastillas o hacerte sentir peor de lo que ya te sientes. Muchas veces la realidad nos ata de manos, pero las emociones no se curan con millones de dólares, se curan con palabras, con acciones, con sentir que alguien nos apoya.

Las historias de "Cuentos para aprender" son problemas que desde lejos parecen pequeños y cotidianos, pero cuando nos ocurren pueden parecer imposibles de resolver. Cada historia expone un problema pero también un consejo basado en la experiencia.

Un camino para salir de ese laberinto sentimental. Al mismo tiempo es una manera de darle importancia a lo pequeño antes de que se desencadene en algo grande. Esa es la clave a la hora de tratar un problema, ponerse en el lugar del otro, oír para ayudar, ayudar para crecer.