El lenguaje transforma tu vida
¿Qué decimos de nosotros y nosotras? ¿Cómo afecta nuestra día a día?
Guadalupe Noguez es una brillante científica argentina que, en una de sus conferencias, compartió esta experiencia:
"Estaba enseñando sobre vacunas cuando una estudiante me dijo que no se vacunaba porque las consideraba peligrosas. Al escuchar esto, mi intuición me dijo: 'no sabe sobre el tema', y pensé que si se lo explicaba, cambiaría su postura. Pero no fue así". Como científica reflexiona y se pregunta: "¿Qué falla? Si la evidencia y la educación no son suficientes, y aunque se le da la información no le importa, ¿por qué se apega a sus emociones y creencias?". Ella persistió en su exploración y conversó sobre las vacunas con médicos y periodistas. En este proceso, mientras intentaba mejorar su comunicación, llegó a una conclusión: "No había aprendido a conversar con las personas que piensan distinto". Es posible que estemos más acostumbrados a conversar con personas que piensan similar a nosotros y, cuando nos encontramos con opiniones diferentes, no sepamos cómo manejar el diálogo.
En el proyecto "Palabras habitadas", Luis Castellanos ha desarrollado una propuesta de comunicación en escuelas de España. Considerando que la violencia entre escolares es un problema creciente, propone un camino para aprender a usar el lenguaje positivo, involucrando a toda la comunidad educativa (directivos, maestros, alumnos y padres de familia). Los resultados son sorprendentes y contundentes: las palabras pueden transformar vidas. Me pregunto: ¿No sería genial que en nuestro país lo tomaran en cuenta? En vez de tantos documentos escritos, conferencias y discursos sobre la "Escuela nueva después de la pandemia", necesitamos menos burocracia y más soluciones.
La asertividad es una habilidad social estratégica fundamental para el desarrollo personal. En los talleres de asertividad con mujeres que enfrentan violencia, la mayoría tiende a resignarse y callar por miedo, mientras quien grita y usa lenguaje brutal, vulgar y plagado de insultos y amenazas, afirma su poder. Es un círculo vicioso, pues esta forma de lenguaje negativo se transmite de padres a hijos, se extiende en la familia y se convierte en un mal hábito.
"La mayoría de mujeres opina poco". En las redes sociales, las mujeres no escriben sus opiniones, aun cuando el tema las involucra, mientras que los hombres opinan, se dan la razón entre ellos, se apoyan, y frecuentemente prevalece la violencia escrita.
"Si cuidas las palabras, el lenguaje cuidará de ti", señala sabiamente Luis Castellanos, filósofo.
No basta con decir "hay que aprender a hablar claro y opinar"; se trata de aprender a utilizar el lenguaje positivo, y esto no es automático. Necesitamos aprender a descubrir el valor de las palabras: leer enriquece mucho el vocabulario, el lenguaje es rico y nos permite dejar de lado las palabras vulgares, ordinarias, los insultos y la jerga.
Siempre la decisión está en nosotros mismos: o te quedas con tu limitada forma de comunicarte o descubres el poder del lenguaje positivo y transformas tu vida.