El secreto poder del trabajo social

Durante mucho tiempo se nos ha hecho creer que el trabajo social es un profesión cada vez más irrelevante y sin importancia. Esta creencia se acaba hoy.

El secreto poder del trabajo social

Nuestro delito es ser una profesión que promueve el desarrollo humano. A diferencia de otras vocaciones de ciencias sociales, nuestro pilar no se centra en la salud mental o la mejora de conductas.

Nuestro propósito es mayor: buscamos el bienestar de las personas. Ya sea en una empresa, en un colegio o en una institución, debemos encontrar una manera para que cualquiera disponga de las herramientas para mejorar su vida.

No somos terapeutas, ni investigadoras de comportamiento, ni expertas en recursos humanos, somos las responsables de que las personas alcancen su mayor potencial.

Sin embargo, esta tarea ha venido siendo imposible a partir de un modelo de desarrollo centrado en el crecimiento económico. Se nos demanda medir de forma minuciosa la condición de vida de las personas, al punto que cuando una compañera propone un nuevo indicador de inmediato se le denomina como una “nueva competencia”.

Ya basta.

¿Qué nos diferencia del resto?

Dejemos de creer que el trabajo social “ideal” es aquel que convierte a las personas en un dato. Dejemos de considerar a lo social como una inversión sin retorno. Dejemos de resignarnos a las pésimas condiciones laborales que se nos imponen.

Nuestra profesión es única porque colocamos al ser humano en el centro de cualquier tipo de desarrollo.

Desde nuestros orígenes se nos prepara para respetar la dignidad de las personas sin distinción de ninguna clase. Esta tolerancia es nuestra mayor fortaleza. Somos capaces de elevar la calidad de vida de las personas, sin importar su condición social.

Ayudamos a una persona enferma a recibir un trato más justo, defendemos a los niños y adolescentes que sufren un abuso, colaboramos con quienes han perdido su libertad. Estamos ahí cuando todos parecen que han abandonado y nos hacemos cargo de ayudarles a resolver sus problemas.

Lo que nadie dice sobre el trabajo social

Desde nuestros orígenes se nos prepara para respetar la dignidad de las personas sin distinción de ninguna clase. Esta tolerancia es nuestra mayor fortaleza. Somos capaces de elevar la calidad de vida de las personas, sin importar su condición social.

Ayudamos a una persona enferma a recibir un trato más justo, defendemos a los niños y adolescentes que sufren un abuso, colaboramos con quienes han perdido su libertad. Estamos ahí cuando todos parecen que han abandonado y nos hacemos cargo de ayudarles a resolver sus problemas.

Pero ¿quién se preocupa de esas mujeres que siempre están dispuestas a ayudar a otros? Durante los casi cuarenta años de carrera profesional me he dado cuenta lo debilitante que es aguantar el peso de mochilas ajenas.

Las trabajadoras sociales llevan el estandarte de la solidaridad, pero nadie se solidariza con ellas. Este libro trata de remediar esa injusticia.Para conseguirlo en la primera parte se presenta un conciso recorrido de las últimas tendencias del desarrollo humano.

Esto le servirá a cualquier trabajadora social a justificar su trabajo y hacer que tenga mucho más valor e impacto sus propuestas. Pero no sólo nos quedamos en lo académico, cada capítulo está basado en una experiencia real.

Por ejemplo, ¿Cómo puedo explicarle desarrollo humano al gerente de una corporación? Es la excusa perfecta para hablar de los fundamentos del desarrollo humano.

Los cuatro pilares

En la segunda sección nos enfocamos en fortalecer el espíritu de cualquier persona que se enfrente a la adversidad. Lejos de nebulosas teorías sin fundamentos científicos, lo que propongo en este capítulo es una perspectiva más práctica.

Desarrollo cuatro pilares fundamentales para una mejora rápida del espíritu: el autoestima, el autocuidado, la asertividad y la autonomía.

Estas habilidades sociales pueden mejorarse a través de una serie de ejercicios, probados en cientos de talleres, que no requieren de ropas especiales, lecturas largas o eventos pomposos. Solo se necesita de práctica y constancia.

Al mejorar estas cuatro habilidades en nosotras mismas, nos hacemos fuertes, y podemos ayudar a otras. Es un paso previo a una terapia. El remedio que no se consigue en una farmacia. La lucha que se empieza en el instante en que quieres dejar de sentirte mal.

Al preocuparnos por nosotras mismas, el desarrollo personal se vuelve en un regalo, que vale la pena dar a otros. Ese es el secreto poder del trabajo social.

Nuestra vocación es una de las peores pagadas y menos valoradas: trabajamos con presupuestos restringidos y bajo la presión de obtener grandes resultados. Sin embargo, tenemos la oportunidad de mejorar la vida de las personas a diario. Este libro te enseña como hacerlo. Es hora de revolucionar el mundo.